Una mujer quien por seguridad pidió mantener en reserva su nombre, denunció públicamente ante los medios de comunicación que fue víctima de un robo con escopolamina, en el cual perdió 7 millones de pesos.
La victima narró que los hechos se presentaron cuando salía de un practicarse unos exámenes médicos en Visionamos. Al pasar cerca de un garaje, fue abordada por una señora quien le preguntó por una dirección.
Cómo no conocía el lugar exacto por el cual le estaban preguntando, le comunicó a esta persona que le indagara a un hombre que apareció en la escena. Sin embargo su interlocutora le pidió el favor que fuera ella quien abordara a este sujeto.
Ese fue el inició de su pesadilla. Sin saber que este individuo de quien recordó, vestida jean y camisa azul, además llevaba tapabocas, le manifestó que efectivamente conocía la dirección por la cual le estaban preguntando, pero le sugirió acompañar a la señora que estaba perdida.
La víctima accedió. Al llegar la pareja comenzó a portarse de manera muy extraña. Primero arribaron a un local comercial. Allí la mujer pidió prestado un baño y se demoró un tiempo considerable en el excusado.
Por su parte, contó la víctima del robo, el hombre tomó un salero y aplicó sal tanto en sus manos como en la ropa, luego se secó con una servilleta. Acto seguido le paso la mano por el hombro.
Mientras ejecutaba estas acciones fuera de lo común, le contó que era ingeniero, que venía de los Estados Unidos y que contaba con algunos dólares que aún no habían cambiado.
Tiempo después salieron del sitio, donde no fueron atendidos y se dirigieron a un restaurante cercano al lugar de los acontecimientos. Allí la pareja la invitó a desayunar. Ella pidió un jugo y un caldo de pescado.
La víctima solo consumió la mitad de la bebida. En ese momento los dos desconocidos generan un ambiente de confianza con su víctima. Le cuentan que la misteriosa mujer se había ganado la lotería, pero para poder reclamarla, debía llenar ciertos requisitos.
El primero era llevar el documento de identidad, el cual no tenía en ese momento. También debía llevar joyas en oro, unas estampillas y lo más importante, dinero en efectivo.
Todos estos elementos debían ser llevados a una notaría, para que la afortunada mujer reclamara los 300 millones de pesos, que se habían ganado. Para corroborar que toda esta información era verídica, le enseñaron a la víctima un papel donde aparecían escritos, toda esta información.
Una vez narrada esta pintoresca situación, insistieron en el jugo diciéndole a la incauta ciudadana, que la bebida restante que no consumió la guardarían en la nevera.
Esta persistencia genera dudas y abre las puertas a la hipótesis que en esa bebida fue que le suministraron alguna sustancia desconocida, porque luego de haberla tomado, la víctima perdió toda su voluntad y se dirigió con la pareja de ladrones hasta el banco, para retirar el dinero, que terminó perdiendo a manos de estos delincuentes.
El efecto de la sustancia evitó que la señora opusiera resistencia, incluso que sospechara que estaba siendo víctima de un hurto. Por el contrario comentó que se sentía en un ambiente de confianza, como si estuviera en medio de una conversación familiar.
Después de salir del banco llegaron nuevamente al punto de partida. En ese instante la desconocida le ofreció un papel de regalo, para que guardara el dinero, para que no se lo robaran.
Hoy la protagonista de esta lamentable historia, rememoró que la comedida mujer envolvió el dinero hasta formar una esfera, que luego envolvió en cinta y se lo entregó para que lo guardara en el bolso. También le pidió firmar un papel y escribir todos sus datos personales, como nombre completo, dirección, número telefónico y demás.
A esa altura de los acontecimientos se deduce que la pareja de maleantes, ya habían consumado el hurto, porque justo en ese instante, la mujer se acordó que le dolía el estómago y le pidió que fuera a una farmacia a comprar un medicamento para aliviar esa molestia.
Su acompañante le escribió en un papel el nombre de la medicina que debía comprar y luego le informó que se iba para la casa para traer las estampillas, que hacían falta.
Cuando llegó a la droguería el dependiente no pudo entender lo que decía el papel que le había suministrado a la víctima, quien angustiada regreso a buscar a la enferma, para comentarle la terrible situación. Sin embargo no la encontró. Preguntó a varias personas que estaban en el sector, pero como ninguno le dio razón se fue para la casa.
Ya en la vivienda procedió a descansar un poco y luego almorzó. Después le dijo a su hijo que buscara en el bolso el dinero que había retirado del banco.
El joven le enseña una bola de papel envuelta en cinta. Cuando la abre encuentra un poco de papeles similares a unas facturas, talonarios. El joven le advierte que la robaron y estalla en llanto.
Al parecer aún con los efectos de la sustancia que le suministraron los ladrones, la víctima continúa tranquila, no se inmuta por la noticia que el dio su hijo y por el contrario de ríe de la situación.
Sin embargo todo cambió unas horas más tarde. Explicó que esa noche presentó dolor de cabeza y mareo.
Al día siguiente acudió a una cita médica que tenía programada. Cuando sube a la camilla el mareo se intensifica. Le tomaron una muestra de sangre y el resultado fueron unos índices bajos de azúcar.
Salió del hospital y el malestar general continuó, Luego sobrevino un sentimiento de angustia y ganas de llorar. Al parecer en ese momento retoma su conciencia y se da cuenta de la gravedad del hecho.
Indicó que fueron 7 millones de pesos los que le robó esta pareja de delincuentes aprovechándose de su ingenuidad, porque ella es una mujer de campo, ajena a toda la maldad que se ve en la ciudad y que solo salió de su entorno para adelantar unos trámites médicos, pero nunca imaginó que iba a ser víctima de la delincuencia.
Expuso su caso ante prensa, para advertir a la ciudadanía sobre esta modalidad delictiva y evitar que más personas se conviertan en víctimas del accionar de estos hampones. También alberga la esperanza que algún día se haga justicia.