Un vendedor ambulante de verduras, y un vecino de la calle 36 con carrera 6, se tranzaron en una riña, con agresiones físicas y verbales, que de no ser por la intervención de familiares del vecino del lugar, el hecho hubiera dejado resultados lamentables.
Los hechos se presentaron el pasado sábado, cuando el vendedor pasó frente a la residencia de Javier Gordillo, con su equipo de amplificación de sonido a todo volumen.
“Ese señor es un insensible, él va por las calles, gritando con esa corneta y no tiene en cuenta que eso causa incomodidad en las personas. Yo desde hace tiempos le vengo diciendo que le baje el volúmen a ese aparato, o al menos que cuando pase frente a mi casa, no haga tanto ruido, pero nunca hace caso y muy al contrario, cuando pasa frente a mi casa más volumen le pone a esas cornetas”, dijo Gordillo.
El día de la riña, mientras Javier Gordillo departía un almuerzo familiar y se encontraba en el anden de su casa, con familia y amigos, pasó el vendedor y al parecer solo por incomodar a Gordillo se ubicó frente a donde este se encontraba, y comenzó a ofrecer sus verduras, aumentándole el volúmen a su equipo.
El ruido generó incomodidad, motivo por el cual Gordillo le reclamó al vendedor, y este haciendo caso omiso continuó gritando.
“Yo le solicité que le bajara al volumen o que se fuera del lugar, pero el señor me respondió en tono burlón, que si quería que lo sacara. Eso me dio mucha rabia y nos fuimos a las manos. Luego el vendedor sacó un cuchillo y se me abalanzó, afortunadamente pude esquivarlo y gracias a la intervención de quienes estaban conmigo, la situación no llegó a mayores”, manifestó el afectado.
El suceso prendió las alarmas, sobre quien regula el exceso de sonido en las calles y hasta que punto los vendedores ambulantes pueden utilizar cornetas, música, equipos de sonido y otros aparatos que contaminan auditivamente la ciudad.