Durante los actos protocolarios de instalación del Foro Nacional de Seguridad Vial que se adelanta en el auditorio de la UPTC de Aguazul, llamó la atención de la colombo francesa Mary Bottagisio, directora de la Liga contra la violencia vial.

Su discurso fue un enérgico llamado a la conciencia sobre la siniestralidad vial, calificándola como una forma de violencia normalizada por la sociedad y el Estado. 

Destacó la responsabilidad de los gobernantes, la crítica a la indiferencia política y la necesidad de un cambio en los valores sociales. 

 Señaló la falta de compromiso de los alcaldes y otros funcionarios, destacando que solo un alcalde estaba presente en el foro y no era de Casanare, que es el departamento anfitrión, lo que evidencia una brecha entre la preocupación declarada y la acción real.

Aunque se reconoce la corresponsabilidad ciudadana, argumentó que no se da en partes iguales. Los gobernantes tienen una responsabilidad mayor en educar y regular para evitar la "anomia" o el desorden social.

Comparó a los conductores que exceden la velocidad, a los que conducen ebrios o distraídos con "asesinos en potencia" y "balas perdidas", instando a no aceptar estas conductas como normales.

Identificó la velocidad como el principal factor de riesgo en la seguridad vial, ya que agrava todos los demás peligros.

Desafió la idea que la motocicleta es "el vehículo del pobre", proponiendo en cambio que es un medio de transporte peligroso impuesto a la población más vulnerable, cuyas vidas el Estado tiene la obligación de proteger.

Mencionó la alarmante cifra de 7,040 personas fallecidas en siniestros viales en lo que va corrido de 2025 en Colombia.

Destacó que la primera causa de muerte violenta en niños menores de 14 años son los siniestros en motocicleta.

Se invitó a los ciudadanos y organizaciones como "Guardianes del Camino" y los veedores permanentes de las políticas de seguridad vial, para mantener la vigilancia sobre las acciones de los gobiernos.

Pero la invitación principal fue a romper el paradigma de que las muertes en la vía son accidentes inevitables y empezar a tratarlas como una forma de violencia que debe ser erradicada, a través de un cambio en los valores sociales y una acción estatal decidida.