“Como víctima vamos a saber por fin la verdad de nuestros hijos. Lo que más nos interesa es que se diga la verdad, que mi hijo de 19 años no era un guerrillero. A él se lo llevó el Gaula Militar un día, 27 de septiembre de 2005, y al siguiente ya estaba muerto y no sabemos por qué el Ejército lo mató de esa forma miserable”, expresó el padre de uno los hombres asesinados por la fuerza pública, en los hechos conocidos como falsos positivos o ejecuciones extrajudiciales.

"Quiero conocer los motivos de porqué el Gaula Militar mando matar a mi hijo, porqué lo sacaron de su lugar de trabajo y lo dejaron al lado de una carretera, con el argumento que lo habían dado de baja en combate, según ellos por ser el jefe de finanzas del frente 28 de las Farc, lo que no es cierto, ya que él solo tenía 19 años, era un muchacho joven y trabajador, quien se movilizaba en una cicla, que yo la había regalado cuando solo tenía 10 añitos", dijo indignado el padre, quien reiteró que ya perdonó a los agresores de su hijo.

Las declaraciones del padre del joven asesinado las realizó en rueda de prensa convocada este lunes por la Comisión de la Verdad, como preámbulo al acto de reconocimiento que hicieron hoy a partir de las 9 de la mañana en Yopal, los militares sobre sus responsabilidades en el asesinato de personas indefensas en Casanare.

El encuentro contó con la presencia de víctimas y responsables. Cinco testimonios de parte de las víctimas que ayudarán al país a hacer memoria sobre este flagelo y en cuyas historias particulares se refleja el dolor de muchas familias. Tres de los responsables, con quienes se ha adelantado proceso previo de diálogos en privado, entre los que se cuentan: el sargento segundo Faiber Amaya y el mayor Gustavo Soto Bracamonte, comandante del Gaula Casanare, ambos miembros retirados del Ejército Nacional.

Publicado en CN
Miércoles, 16 Diciembre 2020 17:08

Música que canta la verdad

“Si sentimos dolor, si sentimos rabia, como dice Ahiman, desenfundemos el lapicero, creemos, compongamos, cantemos”, dijo Carlos ‘El Cachi’ Ortegón en la tertulia musical de la Comisión de la Verdad en Ulibro 2020.

Hasta en nuestra música se ha sentido el impacto del conflicto armado; lo que contamos con nuestros cantos, desde los territorios más rurales y los más urbanos, con los ritmos campesinos, los poemas llaneros y el hip hop de las ciudades se ha ido transformando con los años, con la violencia, con los actores armados, con las resistencias y con las acciones de no repetición.

“La historia, la música y la verdad no tienen fronteras”, dijo Carlos ‘El Cachi’ Ortegón para explicar por qué en la música los pueblos registran su historia, cuentan lo que ha ocurrido a causa de la violencia y se lo cuentan a unas personas no interesadas ni formadas en historia, política o cualquier ciencia. “El canto siempre ha sido un vehículo muy efectivo de contar las cosas, de contar detalles que a la historia encuadernada de pronto se le escapan”, agregó.

El Cachi estuvo en la tertulia ‘Música que canta la verdad’, junto con Jorge Botello ‘Ahiman’, rapero de Norte de Santander y con Luis Francisco Bustamante, coordinador de la Comisión de la Verdad en Santander. La tertulia es una de las actividades que la Comisión de la Verdad está desarrollando como parte de las actividades de Ulibro 2020 – Feria del Libro de Bucaramanga.

Ahiman presentó algunas de sus canciones, en las que critica y reflexiona desde la perspectiva de los jóvenes: “Sabemos que la guerra es escoria, que ha sacado lo peor del hombre a través de la historia, que destruye sociedades, que la humanidad humilla y si el río hablara, mis oídos sangrarían. Esa canción la escribí después de un encuentro de víctimas en Norte de Santander, todos tenían mucha razón en lo que decían, tenían sus razones, pero esa verdad como que no se lograba consolidar porque cada quien tenía una mirada, suele ocurrir que tratamos de imponer esa mirada”.

“Siempre ha habido música para contar, por un lado la propaganda de los bandos en disputa y de otro la versión de las víctimas, la versión de los que están a un lado”, agregó El Cachi a la conversación, mientras que Francisco Bustamante comentó que “los compositores y los cantantes son juglares de la historia de su tierra”.

Los invitados y Ulibro 2020

Jorge Botello ‘Ahiman’ es un rapero nacido en Cúcuta, la ciudad frontera, como la llama. Tiene producciones conjuntas con Carlos Huertas, el Cholo Valderrama, Andrea Echeverry y Aterciopelados. Es conocido por sus letras críticas y reflexivas sobre la sociedad y los jóvenes.

Carlos ‘El Cachi’ Ortegón es abogado de profesión, ganadero de ocupación e investigador y escritor de vocación. Llanero de los más puros, se ha convertido en un reconocido etnógrafo musical de los Llanos Orientales colombianos, contribuyó a que los cantos de trabajo del llano fueran declarados patrimonio inmaterial de la humanidad y fue fundador del Cimarrón Llanero.

Carlos ‘El Cachi’ Ortegón y Jorge Botello ‘Ahiman’ conversaron en la tertulia ‘Música que canta la verdad’, con la moderación de Luis Francisco Bustamante, como parte de la agenda de Ulibro 2020 – Feria del Libro de Bucaramanga que organiza la Universidad Autónoma de Bucaramanga.

Publicado en CN

Carlos Martín Beristain durante el Encuentro por la Verdad ‘El retorno de nuestras voces’, reconocimiento al exilio, las víctimas en el exterior y la población retornada.

La experiencia del exilio muestra que la frontera no es una línea que se traspasa, sino una enorme zona gris por la que deambulas mucho tiempo después de la huida. Cruzar la frontera no es un acto, ni un salto. Lleva meses o años. La vida toca rehacerla, no desde los pedazos, sino a veces desde las cenizas. Comida, trabajo, olores, a veces hasta aprender a hablar de nuevo.

En otros casos, en los pueblos que están a los dos lados de la frontera, indígenas como los siona o los bari, afrodescendientes o campesinos, la guerra ha fragmentado aún más sus territorios y la protección no se ha hecho responsable, alterando modos de vida compartidos. Hay pedazos de Tumaco o Buenaventura en Antofagasta, en el desierto más seco del mundo en Chile, en Ecuador, en Islandia, en Canadá, en España, en Italia, en Nueva Zelanda o en Washington (Estados Unidos). En las culturas ligadas a la tierra, el exilio es además una ruptura con el ombligo de la vida.

Que lo vivido se encuentre con las palabras que lo habitan no tiene que ver solo con uno o una misma. Es un ejercicio social. Los exiliados y exiliadas han suspirado muchas veces al salir, cuando les perseguía el miedo, y al cerrar la puerta del peligro, pero también han dejado sus vidas para empezar otras. Si como nos dijo una refugiada en Canadá: “Pedir asilo es tratar de convencer al otro de que tu verdad vale la pena”, la Comisión quiere decirles hoy que su testimonio, su esfuerzo, su lucha, vale la pena. En la Grecia Antigua, el destierro era una de las mayores penas, porque además de desarraigarte de todo, te quitaba el derecho a la palabra, dejabas de ser ciudadano o ciudadana. Los que no tenían derecho a la palabra eran esclavos.

Todo ello no son cosas de hace 3.000 años. El exilio te quita la ciudadanía, te deja muchas veces en un limbo del que no puedes volver hacia atrás ni ir hacia delante, con un dolor que quieres dejar lejos y no tienes tiempo de asimilar. Si te faltan los papeles, no te dan trabajo y sin trabajo no puedes alquilar una vivienda. Una cosa lleva a la otra y viceversa. Eres colombiano, colombiana, pero no puedes acercarte al consulado porque da miedo o pierdes tus derechos. Los cientos de miles de hogares colombianos en el mundo son un tipo de patria. Una que, como decía Txillida, escultor de mi pueblo, no es el lugar al que perteneces sino el horizonte que nos mueve.

Hemos escuchado historias de funcionarios del Estado que no fueron protegidos o fueron perseguidos por el propio Estado. Víctimas del secuestro de las guerrillas que no podían quedarse a vivir el miedo de nuevo. Sobrevivientes de atentados o masacres paramilitares o del narcotráfico asociado a la guerra, que impusieron el terror en una gran parte de ese país rural y los barrios de grandes ciudades donde se extendió esa guerra por el control de la población y el territorio. Mujeres huyendo de las amenazas de reclutamiento de sus hijos o la violencia sexual, también personas del colectivo LGTBI. Otras, a quienes les quitaron la tierra los que estaban interesados en acumularla o explotar sus recursos.

La Comisión quiere reconocer que el exilio tiene los rostros de todas las víctimas que ha dejado el conflicto armado y su prolongación durante décadas; todos los sectores sociales del país han sido afectados. Se han exiliado mujeres, hombres, niños y niñas, personas LGTBI, comunidades étnicas, indígenas y afrodescendientes, campesinos y campesinas, académicos, estudiantes, artistas, empresarios, sindicalistas, periodistas, funcionarios públicos, políticos, jueces, fiscales, defensores de derechos humanos, líderes sociales, familiares de excombatientes y excombatientes que conforman esta Colombia fuera de Colombia.

En la toma de testimonios hemos preguntado muchas veces por qué tuvo que salir del país. Y si bien las respuestas son múltiples y algunas evidentes, hay una que resume muchas de ellas y es a la vez un factor de persistencia del conflicto armado: por pensar diferente.

La Comisión recoge este pensar diferente como un aporte a la construcción de la democracia, donde la gente no sea expulsada, estigmatizada ni perseguida por lo que piense. La estigmatización muestra una intolerancia inaceptable. Ninguna sociedad puede construir democracia eliminando o expulsando al otro.

Uno de los impactos de la guerra es la falta de espacios sociales de reconstrucción. El miedo teje las vidas y se mete en las relaciones. En el exilio y en el territorio colombiano, donde hay víctimas de todos los lados, hemos escuchado muchas veces ¿de qué lado estará? Para la Comisión, las víctimas de la guerra están del mismo lado, el del sufrimiento y la resistencia que la sociedad y la política necesitan escuchar.

Los exiliados y exiliadas han sido invisibles, o todo lo más, un aliado para hacer una gira, actividades de lobby, buscar dinero para apoyar proyectos en el país o difundir información sobre Colombia. Pero lo que le pasó a los exiliados y exiliadas fue en realidad un recuerdo o un silencio.

La Comisión de la Verdad es una oportunidad para hacer cosas para las que nunca hubo tiempo. Hemos escuchado a jóvenes de la segunda generación reclamar a sus mayores: cuéntennos no solo qué pasó, sino qué les pasó. Esa historia afectiva ayuda a juntar los pedazos de tantas vidas rotas entre los que se tuvieron que ir los que se quedaron. Por cada pedazo de la familia que se fue, hay otro que se quedó, de tíos, primas, abuelos que a veces no entienden por qué o que sufren en silencio. Si juntásemos todas esas vidas y las pusiéramos en cifras, tendríamos que alrededor de cinco millones de personas han sido afectadas por esas rupturas.

La Comisión es un paso para ese reconocimiento. Como institución del Estado, la Comisión quiere reconocer la injusticia de lo vivido y la victimización de que fueron objeto. El exilio muestra la falta de una política del Estado para la protección de su población en riesgo, una falta de respuesta a sus denuncias y una ausencia de consideración durante décadas de su propia existencia. La Comisión considera que exilio no solo es un hecho traumático sino una violación más que no puede seguir siendo invisible, que debe ser considerada en las políticas de reconocimiento

La Comisión ha tratado de trabajar así de la mano de muchas organizaciones y víctimas. Como nos enseñó Fabiola Lalinde, cuyo hijo Luis Fernando fue desaparecido por una patrulla militar en 1986, y cuyo hermano tuvo que pedir refugio en Canadá precisamente por buscarlo; el sentido habita a veces en que otras madres no pasen por lo mismo y transformar el sufrimiento en un tipo de lucha para que tanto dolor no sea inútil.

La Comisión también ha escuchado numerosos relatos de víctimas que sufrieron persecución durante el exilio, en otros países, incluso por las propias instituciones del Estado. Hay verdades que exigen un examen crítico del pasado, y esta es una de ellas. El exilio es testigo de ejemplos de cómo se extiende la guerra que no te deja en paz, y de que, a veces, las fronteras o los mares no son suficiente barrera para el desprecio.

Habitamos en tiempos intermedios. Un proceso de paz es eso. No se sale de una guerra fácilmente, aunque se haya firmado un acuerdo. No se hace la paz si no se acallan no solo las armas sino el miedo, y si no hay un nuevo tiempo en el que creer para las nuevas generaciones. Los tiempos fundacionales no son la continuidad de lo vivido. Tienen algo de quiebre y de inicio. La verdad que Colombia necesita es un espejo en el que mirarse, y el exilio nos devuelve una imagen de lo que hay que cambiar.

El escritor uruguayo que también tuvo que vivir el exilio, Eduardo Galeano, dice que el derecho a soñar no figura entre los 30 derechos humanos que las Naciones Unidas proclamaron a fines de 1948, pero si no fuera por él, y por las aguas que da de beber, los demás derechos se morirían de sed. En este ejercicio de escucha nos hemos preguntado muchas veces qué país sería Colombia si toda esta gente no hubiera tenido que irse. La respuesta es que ese país es el que necesitamos. Gracias por su confianza. La Comisión les reconoce como sujetos de esa transformación que Colombia necesita.

Colombia necesita una hospitalidad narrativa. Es decir, la apertura de la propia historia a la del otro. El exilio debe ser integrado en la narración de la verdad en Colombia, y tener por fin un lugar que no les expulse, sino que les acoja. Por eso, el retorno de nuestras voces es un lugar no para quedarse, sino para seguir caminando. Muchas gracias a todos y todas los que lo hacen posible. De nuestra parte, el compromiso de la Comisión es seguir adelante.

 

Publicado en CN
Miércoles, 09 Diciembre 2020 23:34

Modos de producción y conflicto armado

Los diversos sectores y las dinámicas económicas del país han sido impactadas o han tenido relaciones con actores del conflicto armado colombiano. Para la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición es vital esclarecer y comprender esas relaciones.

Para estudiar la relación entre las dinámicas económicas con el conflicto armado colombiano, lo primero es entender qué son los modos de producción, así lo explica Andrés Fuerte, investigador de la Comisión de la Verdad: “son la forma en que se organizan las actividades económicas en un país o en un territorio. Son cosas tan concretas y esenciales como en qué trabajan las personas, de qué derivan su ingreso, su sustento, cuál es la relación que tenemos con el entorno, la naturaleza, el ambiente y los recursos naturales; y allí media también mucho la participación del Estado, es decir qué actividades o qué sectores económicos son favorecidos o incentivados por el Estado mediante las políticas públicas o la asignación de recursos del presupuesto, entre otros”.

Hasta el momento, de acuerdo con Fuerte, la Comisión de la Verdad ha guiado su investigación a partir de tres tipos de relación entre los modos de producción y el conflicto armado:

  1. Ha habido unos impactos muy directos de la violencia o del conflicto armado, mediante extorsiones, secuestros, atentados a la infraestructura productiva, el desplazamiento forzado; todas estas acciones afectan las actividades económicas de grandes empresarios, pequeños productores, campesinos, comerciantes, ganaderos, etc.
  2. Ha habido diferentes relaciones entre actores económicos, por un lado, y actores armados en el marco del conflicto. Esas relaciones pueden catalogarse como colaboración, alianzas, instigaciones de actores económicos hacia actores armados para perseguir un determinado fin y el financiamiento de estos actores económicos a grupos armados.
  3. Y una tercera relación se refiere a cómo en determinadas regiones del país, tras la intensificación de la violencia, se generaron desplazamientos masivos de población (8 millones de víctimas por desplazamiento); esas víctimas dejaron sus tierras, en ocasiones fueron forzadas a venderlas. Después de esto, se produjo una transformación drástica en los modos de producción, se pasó de economías campesinas de las comunidades rurales, étnicas, campesinas, afrodescendientes, a producciones de agroindustriales, minero energéticas y proyectos de infraestructura de puertos y represas, entre otras.

La tierra, el factor común

De acuerdo con Santiago Perry, miembro de la Misión Rural, “el tema de la tierra ha estado siempre asociado al conflicto, como componente central de éste; se refiere al proceso de apropiación de las tierras de los pequeños productores por parte de grandes propietarios, la lucha de esos pequeños productores por adquirir un pedazo de tierra que les permita vivir”.

“En la vieja violencia, la violencia liberal conservadora de mediados del siglo pasado, la lucha de la tierra y apropiación de las tierras tuvo un papel muy importante. Pero en los últimos años ha habido un cambio, la irrupción del narcotráfico y el fortalecimiento de todas las actividades ilícitas en las áreas rurales, la minería ilegal, etcétera. Ese cambio determinó que, si bien es cierto que la lucha por la propiedad de la tierra sigue teniendo un papel importante, el papel predominante lo tiene ahora la lucha por el control de los territorios, para cultivar la coca, para poner los laboratorios, para poder pasar y entrar los precursores químicos, entrar las armas, para poder sacar la coca, la amapola, la droga para la exportación”, explicó Perry.

El investigador agrega que a partir de esos procesos de control territorial nació el fenómeno del paramilitarismo. “Fue lo que generó los desplazamientos y muchos de los fenómenos de violencia que hemos vivido en los últimos 20 años en Colombia”.

Los acuerdos de paz sí funcionan

Carlos Rojas Arenas, presidente de la Cámara de Comercio de Casanare, cuenta que la economía ha sido bastante afectada por el conflicto armado. Sin embargo, a partir de las cifras del Producto Interno Bruto (PIB) y de la experiencia en el territorio, “se puede ver que después de que se han presentado procesos de paz hay mejoras económicas. Primero entre el 2003 y el 2006 con toda la desmovilización de grupos paramilitares, tiempo después se empezó a motivarse nuevamente el retorno de muchas personas a sus territorios, el crecimiento en el sector agrícola y pecuario, e inclusive la ampliación de la inversión nacional”.

En cuanto al proceso de paz con la guerrilla de las FARC, que se firmó en 2016, “al pasar un tiempo se ha empezado a generar confianza, a darse inversiones también muy importantes y a salir a flote las potencialidades que tiene nuestro territorio, como el turismo”.

Al respecto, Perry concluye que “los campesinos son los que realmente generan y facilitan que se den estas dinámicas económicas importantes en los distintos territorios. Un país de pequeños propietarios es un país que tiene mucha más estabilidad política, eso está también plenamente demostrado. Y eso le quitaría un factor enorme de conflicto a la sociedad colombiana”.

La Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición está estudiando la entre las dinámicas económicas y el conflicto armado colombiano, lo primero es entender qué son los modos de producción, así lo explica Andrés Fuerte, investigador de la Comisión de la Verdad: “son la forma en que se organizan las actividades económicas en un país o en un territorio. Son cosas tan concretas y esenciales como en qué trabajan las personas, de qué derivan su ingreso, su sustento, cuál es la relación que tenemos con el entorno, la naturaleza, el ambiente y los recursos naturales; y allí media también mucho la participación del Estado, es decir qué actividades o qué sectores económicos son favorecidos o incentivados por el Estado mediante las políticas públicas o la asignación de recursos del presupuesto, entre otros”.

 

Publicado en CN

No hay una expresión más democrática que la del arte, no hay que pedirle permiso a nadie para cantar, para bailar, para hacer teatro, ni para hacer graffiti”, expresó Lucía González, comisionada que lidera la estrategia cultural y artística con la que la Comisión de la Verdad busca facilitar que los colombianos comprendamos lo que sucedió durante el conflicto armado.

“La música ofrece una resistencia contra el luto, contra la pena que se impone como una condena, contra la cadena de la tristeza con que la guerra quiere amarrar a todas las sociedades”, expresó ‘El Cachi’ Ortegón.

 “El arte tiene que tener un sentido social profundo, un sentido político profundo y realmente si uno ve las grandes obras de arte, lo son porque han sido testigos, testimonio, voz de su tiempo”, dijo Lucía González, comisionada de la Comisión de la Verdad en conversación en Voces de la Verdad desde Casanare, al reflexionar sobre las resistencias culturales ante la violencia del conflicto armado.

“Hay problemáticas rurales que se expresan a través del arte, piezas campesinas hermosas, muy valientes, también hay una expresión urbana, pero también una académica relacionada con la intelectualidad. El arte no necesariamente tiene que ser un arte comprometido políticamente sino que es un arte sensible, consciente”, expresó por su parte Luis Francisco Bustamante, artista de larga experiencia en manifestaciones de resistencia de la sociedad civil y las víctimas.

Carlos César ‘El Cachi’ Ortegón, investigador cultural de Casanare, expresó durante el programa Voces de la Verdad que ante el conflicto armado “hay que seguir construyendo, seguir haciendo, seguir creando, seguir cantando. La música es resistencia de muchas maneras; la memoria que contiene el canto también es un acto obvio de resistencia contra verdades impuestas, contra acallamientos, es la posibilidad de decir cosas. Y comunicar es una resistencia contra la censura”.

“Ha sido a través del arte que muchas comunidades han logrado levantar la voz, hacer resistencia, hacerse oír, levantaron la voz, dijeron aquí estamos y no solamente estamos para contar los dolores, sino también estamos para contar nuestra dignidad y nuestros sueños”, explicó González al referirse a que la resistencia del arte no sólo es por medio de la denuncia, sino de la alegría que generan las diversas manifestaciones.

“La música también tiene un componente de estímulo, un componente de alegría, por eso cantar ofrece también una resistencia contra el luto, contra la pena que se impone como una condena, contra la cadena de la tristeza con que la guerra quiere amarrar a todas las sociedades”, agregó Ortegón.

“Emerge de esa alma de los pueblos una voz que se hace canto, que se hace danza, que se hace trova, que se hace letanía, que se hace arrullo, que se hace alabao para poder nombrar la vida que llevan y los sueños que los alienta”, dijo Lucía González.

Si desea conocer más información sobre la estrategia cultural de la Comisión de la Verdad, con la cual se está investigando sobre cuáles son los asuntos de la cultura que nos han llevado a que este conflicto se ancle en Colombia y cómo transformarlo, lo invitamos a consultar:

Conozca la estrategia cultural de la Comisión de la Verdad.

Vea los encuentros ‘Nombrar lo innombrable’ con artistas de todo el país

Conversatorio ‘El arte como revolución’

Conversatorio: La cultura: un lugar para resistir

Publicado en CN

Además de los impactos en la salud física, hay serias afectaciones a la salud mental de las personas de la Fuerzas Pública que estuvieron en el conflicto armado. La Comisión busca comprender lo ocurrido a los miembros de la fuerza pública para transitar hacia un futuro con un país en el que se transformen las causas que generaron y alimentaron la violencia armada. 

El conflicto armado ha dejado fuertes impactos en la salud física y mental de un gran número de miembros de la fuerza pública. La Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición ha escuchado a los miembros de la fuerza pública para comprender las consecuencias más profundas en sus vidas e incluir sus relatos en el informe final de la Comisión.

“La guerra no tiene vencedores ni perdedores, la guerra es algo absolutamente marcado por la inhumanidad y eso tiene consecuencias en la vida de las personas”, declara Dora Lancheros, coordinadora del enfoque psicosocial de la Comisión, quien también agrega que “hay muchísimo análisis que hay que poner en evidencia frente a la sociedad, en cuanto a qué ha pasado en las vidas, en la cotidianidad, en las emociones, en la forma de relacionarse en las personas de este sector que ha estado involucrado en el conflicto armado como representantes del Estado”.

El cabo Carlos Montes fue afectado por una mina antipersonal, en medio de sus tareas como militar; desde su punto de vista, Montes explica que para “las afectaciones son vitalicias, no nos volvemos a recuperar de eso por más de que la ciencia avance”. El coronel Javier Rodríguez detalla que las mayores afectaciones “han provenido de armas explosivas no convencionales, es decir del uso de minas antipersonales y artefactos explosivos improvisados, así mismo los miembros del Ejército han sido víctimas del secuestro, de tortura, de desaparición forzada, de violencia sexual y homicidios”.

Al respecto, Lancheros propone que la gente se pregunte “¿qué pasa, por ejemplo, con el estrés postraumático? Son experiencias que cualquier ser humano expuesto a este tipo de hechos hace que se cree un quiebre en su vida, un antes y un después, yo cómo era antes de y lo que pasó conmigo después, en cosas muy básicas, por ejemplo el sueño que se altera, el relacionamiento con las personas del núcleo familiar o las personas con las que comparte en el batallón, en las brigadas”.

Contar la verdad de lo ocurrido como parte del conflicto y las consecuencias en las vidas de los miembros de la fuerza pública permite comprender los verdaderos impactos de la violencia armada y tomar decisiones en favor de la protección de los miembros de la fuerza pública. “No es para juzgar o señalar lo que se puede haber hecho mal sino es para mirar hacia el futuro, qué acciones se deben tomar para que el pueblo colombiano tenga un ejército del que se sientan orgullosos”, explicaron militares extranjeros, de países que han participado en procesos de paz.

Si desea ampliar el tema, puede consular los canales digitales de la Comisión, en donde encontrará publicaciones relacionadas como las siguientes:

“Necesitamos decirnos verdades incómodas para salir adelante”: Alejandro Gaviria https://comisiondelaverdad.co/actualidad/noticias/alejandro-gaviria-necesitamos-decirnos-verdades-incomodas-para-salir-adelante

“La verdad en Colombia necesita el testimonio de todos”: Francisco de Roux https://comisiondelaverdad.co/actualidad/noticias/la-verdad-en-colombia-necesita-del-testimonio-de-todos-francisco-de-roux

Víctimas pertenecientes a la Fuerza Pública contaron sus historias a la Comisión de la Verdad https://comisiondelaverdad.co/actualidad/noticias/victimas-pertenecientes-a-la-fuerza-publica-contaron-sus-historias-a-la-comision-de-la-verdad

Huellas de la guerra: impactos del conflicto armado en víctimas exintegrantes de la fuerza pública https://www.youtube.com/watch?v=cylefOSXL4Q

 

Publicado en CN

La Comisión de la Verdad ha conversado con excombatientes de varios grupos armados ilegales para conocer su verdad de lo ocurrido durante el conflicto, entender lo que sucedió y el impacto que dejó en las vidas cotidianas, en las emociones y las mentes de las personas que tomaron las armas.

“La verdad de los combatientes es una asignatura muy pendiente en las comisiones de verdad del mundo, siempre ha sido muy difícil obtener la voz de quienes han sido responsables en violaciones de derechos humanos”, explica el Comisionado Alejandro Valencia.

La Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición viene conversando con distintos actores del conflicto armado en Colombia, como parte de su proceso de esclarecimiento de lo ocurrido en el conflicto armado del país; esto, además, permitirá entender cuáles han sido los factores de persistencia del conflicto, que han facilitado que la violencia se prolongue durante décadas.

En el caso de los excombatientes, se han reconocido algunos impactos que el conflicto dejó en sus vidas cotidianas y en las opciones de vida posteriores a su desmovilización, como lo explica Dora Lancheros, coordinadora del equipo psicosocial de la Comisión de la Verdad: “¿Qué pasó en la humanidad de esas personas? Tenemos que remitirnos a esos aspectos emocionales que fueron afectados, que se encuentran gravemente expuestos, en muchos casos por haber estado en situaciones que a cualquier ser humano le rompen un poco con esa cotidianidad, por ejemplo haber participado en actos de tortura, en casos de desaparición, acciones que sobrepasan cualquier capacidad humana para comprender que eso está pasando”.

Lancheros resalta que no se ha comprendido el impacto que el conflicto ha dejado en las familias de los excombatientes durante y después de su periodo en los grupos armados: “sobre lo que sucede en los años de ausencia de los excombatientes, al interior de los núcleos familiares no ha sido ni socializado, ni analizado ni comprendido. Esto debe entenderse para apoyar la reconstrucción del tejido familiar y garantizar una vinculación a las dinámicas cotidianas de una vida sin armas”.

Para varios de los excombatientes del anterior proceso de Justicia y Paz, integrantes del Bloque Centauros de las Autodefensas Unidas de Colombia, que tuvo presencia en Casanare, hubo un incumplimiento de los acuerdos que dificultó crear proyectos económicos y generó frustraciones: “Nos desmovilizamos 1.135 miembros del Bloque Catatumbo. El Gobierno nacional, sin querer meter el dedo en la llaga, no cumplió en muchos de los aspectos o las promesas que había hecho para el tema de las desmovilizaciones, entonces pues mucho de ellos se han regresado, se han vuelto a los grupos ilegales”, explicó uno de ellos, quien pidió no mencionar su nombre.

La Comisión de la Verdad está movilizando la reflexión entre todos los colombianos, que “nos permita romper esa estigmatización hacia los excombatientes, que nos permita comprender que lo que ha pasado nos ha atravesado como seres humanos, y que podemos romper un poco el patrón de estigmatización y así romper ojalá esos ciclos de violencia”.

Publicado en CN

El padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad, se pronunció frente a las acciones de inteligencia militar contra líderes sociales, defensores de derechos humanos, miembros de la oposición política, periodistas nacionales y extranjeros, entre otros, denunciadas en los últimos días por Semana. El siguiente es el pronunciamiento:

“La Comisión de la Verdad, como institución de Estado y parte del sistema de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, toma con toda seriedad las denuncias hechas en la última edición de la Revista SEMANA sobre acciones de inteligencia militar contra líderes sociales, defensores de derechos humanos, miembros de la oposición política, periodistas nacionales y extranjeros, e incluso miembros de las Fuerzas Armadas y del Estado; porque en el esclarecimiento de la historia del conflicto armado interno la Comisión encuentra casos significativos en los que estas actividades dieron lugar a actos de violencia contra los señalados, procesos  judiciales arbitrarios, y campañas de intimidación y desprestigio.

Este tipo de hechos, más allá de discusiones legales y jurídicas, nos avergüenza como colombianos ante el mundo, son una amenaza contra los derechos y libertades consagrados en la Constitución y en el derecho internacional y vulneran la legitimidad de nuestro Estado y de nuestras instituciones, al tiempo que contribuyen a la persistencia del conflicto.

En consecuencia, dentro del derecho de acceso a la información reservada que le otorga el Decreto 588, la Comisión solicita al ministro de la Defensa, Carlos Holmes Trujillo, le sean entregados los documentos relacionados con estos seguimientos y espionajes informáticos, a fin esclarecer la verdad histórica y de ética pública subyacente. La puesta en evidencia de la reiteración de estos hechos lamentables tiene que ser ocasión para que la sociedad y el sector defensa, cuya legitimidad nos importa a todos, lleguen hasta a las transformaciones necesarias que tocan el fondo del problema.

En diversas ocasiones el Ministerio de Defensa ha tomado resoluciones disciplinarias contra oficiales que han incurrido en estas conductas. Sin embargo, los hechos se repiten, lo que cuestiona la existencia de la determinación ética corporativa constante e indispensable para que las medidas legales sean eficaces. Estamos ante acciones que afectan gravemente a personas y que destruyen la moral pública. Esperamos que el retiro de oficiales del Ejército comprometidos además de una investigación exhaustiva produzca los cambios éticos indispensables para que no continúe lo intolerable.

Es preocupante que a pesar de que en diciembre de 2017 se creó el Sistema Nacional para la Depuración de Archivos de Inteligencia y Contrainteligencia, aún no se perciba el resultado de sus logros. Esa depuración se estableció justamente para evitar que la inteligencia se convierta en un arma política contra quienes deliberan dentro del marco de la democracia en la lucha por la dignidad humana para que seamos un país más transparente y más justo.

La construcción de la paz en Colombia exige la verdad y la transformación de la conciencia no solo de los guerrilleros que incurrieron en actos inhumanos, sino también y de manera primordial de  quienes son los sujetos morales que, corporativamente,  forman las instituciones del Estado. Allí hay hombres y mujeres capaces, de alta consistencia ética. En ellos y en ellas ponemos la esperanza”.

Publicado en CN

 

Con los lemas: ‘Escuchamos a Las Víctimas’ y ‘En la Música Todos los Sentimientos Vuelven a su Estado Puro’, la Comisión de la Verdad, y demás entidades que conforman el Sistema Nacional de Reparación Integral a las Víctimas - SNARIV, se unen a una sola voz por las víctimas del conflicto armado en Casanare.

Hoy, jueves 9 de abril, Día de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado, la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición, quiere recordar a las víctimas con música.  “Llamemos a las emisoras para dedicarles una canción a las víctimas y mantener la verdad y la memoria hecha música”.

A su vez, la Gobernación de Casanare, hace un llamado a la comunidad a expresar su respaldo a esta población en el departamento, a través de mensajes en redes sociales, utilizando la etiqueta #AUnaSolaVoz.

Teniendo en cuenta las medidas adoptadas por el departamento para hacer frente al contagio del Covid-19, no se realizarán actividades conmemorativas públicas, sin embargo, la invitación a la población es a unirse a la campaña virtual desde sus casas, a través de manifestaciones de respaldo a las víctimas en el emprendimiento de sus nuevos proyectos de vida.

De acuerdo con cifras del Registro Único de Víctimas, a corte del 29 de febrero de 2019, Casanare registra 72.135 víctimas de diferentes hechos relacionados con el conflicto armado.

La Comisión Departamental de Medidas de Satisfacción continúa adelantando esfuerzos que permitan avanzar en el proceso de reparación integral de las víctimas en Casanare. 

La Ley 1448 de 2011, se estableció el día 09 de abril para resaltar la memoria de las víctimas del conflicto armado en Colombia.

 

 

Publicado en CN

Unitrópico y la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición, firmaron un convenio marco para la cooperación académica, científica y cultural, con el propósito de estimular el entendimiento mutuo en estas áreas entre las dos instituciones y cooperar para el alcance de los objetivos de la Comisión de la Verdad.

Mediante este documento, la Institución de Educación Superior, proyecta abrir espacios de cátedra, que permitan el intercambio de conocimientos sobre hechos ocurridos durante el conflicto armado en la región de la Orinoquia. 

"La Comisión tiene claro que es esencial el acompañamiento de las universidades en este trabajo de construcción de verdad y de proponerle al país alternativas de no repetición", afirmó Saul Franco, comisionado de la Comisión de la Verdad.

Siendo Unitrópico la institución que investiga la Orinoquia colombiana, con estos procesos reafirma su compromiso con el territorio donde forma profesionales competitivos para la construcción de tejido social y el desarrollo sostenible.

Publicado en CN

 

 

  

  

    

 

      

 

 

 

 

Noticia en vídeo