“Necesito que por favor le revise la suspensión al carro”, le dijo el propietario del vehículo al dueño del taller de mecánica.

“Yo vengo en horas de la tarde, porque tengo que ir a instaurar la denuncia, porque anoche me atracaron”, agregó el hombre con visibles señas de aburrimiento.

La víctima, quien por seguridad se reservó el nombre, contó que promediando las 9:30 de la noche de este miércoles 25 de junio, salió de su casa ubicada en el barrio Casimena, para guardar su automotor. Labor que, religiosamente, hace todos los días antes de irse a descansar.

Justo en el momento en que se disponía a abrir la puerta del vehículo fue abordado por cuatro sujetos, que se movilizaban en dos motos NKD, una de las cuales indicó que no tenía placa.

Agregó en su relato, que tres de ellos portaban cuchillos de significativo tamaño y el cuarto individuo llevaba un arma de fuego.

Luego de la insultada de rigor que practican los delincuentes en estos casos para intimidar a sus víctimas, procedieron a despojarlo de sus pertenencias. Incluso, sostuvo que entraron a la camioneta y como aspiradoras se llevaron lo que encontraron a su paso.

En la lista de elementos hurtados, manifestó que se encuentran documentos personales, teléfono celular, 300 mil pesos en efectivo y una camisa recién comprada que tenía al interior del automotor.

Explicó que no opuso resistencia al asalto para evitar una tragedia mayor. “Eran cuatro sujetos, todos armados, yo estaba solo, no tenía ninguna posibilidad”, indicó.

Una vez cometido el hurto los hampones abandonaron el lugar y la víctima ingresó a su vivienda, para avisar a la entidad bancaria de la cual es usuario, con el fin de bloquear la tarjeta debido, como medida preventiva para evitar que le desocuparan la cuenta.

Una acción similar procedió a adelantar con la empresa de telefonía celular, para bloquear el equipo. Tarea sobre la cual afirmó, no fue tan rápida como esperaba.

Mientras lo atendían se vio obligado a escuchar todos los mensajes institucionales de la compañía, los cuales estuvo a punto de aprendérselos de memoria, por la vía de la repetición constante.

Mientras escuchaba este contenido, comentó que los ladrones procedieron a suplantarlo y comenzaron a comunicarse con varias personas que aparecían en la lista de contactos, para pedirles dinero prestado a nombre suyo.

Dijo que, incluso, alcanzaron a enviarles el número de una cuenta de Nequi, para que consignarán el dinero, cuya suma, en algunos casos, superaba los dos millones de pesos.

Por fortuna, uno de los contactos desconfió de la llamada. Acto seguido se comunicó con un familiar de la víctima, quien le confirmó que se trataba una estafa y que hiciera caso omiso, porque en realidad quienes lo contactaron fueron los sujetos que hurtaron el teléfono.

Encendidas las alarmas, ante esta situación procedió a enviar mensajes de texto, así como a contactar por redes sociales a todos sus familiares y conocidos, para advertirles de la estafa.

Concluida la narración de esta triste historia, donde una vez más los delincuentes logran su objetivo, el ciudadano afectado dejó su vehículo en el taller y emprendió camino, rumbo a instaurar la denuncia con la esperanza que las autoridades hagan justicia.