La época de lluvias que viene afectando diferentes corredores viales, ha evidenciado no solo las falencias que posee la región en cuanto a infraestructura vial para conectarse con el centro del país, sino también una aparente falta de herramientas que permitan gestionar de forma rápida y eficaz los eventos por deslizamientos que se presentan, principalmente en la carretera que de Aguazul comunica con Sogamoso en el departamento de Boyacá, más conocida como la vía del Cusiana.

Juan Daniel Oviedo Director del Dane, quien por estos días se encuentra desarrollando mesas de trabajo en Casanare, así lo pudo evidenciar. Con el fin de acercarse a las regiones y conocer sus necesidades, Oviedo decidió llegar a Yopal por vía terrestre y en su trayecto quedó atrapado por mas de 6 horas en un derrumbe en el sector conocido como La Virgen. 

Al ser preguntado por este impase en los micrófonos del noticiero de la mañana de Caracol Tropicana 106.3 F.M. Casanare Hoy por Hoy, la cabeza visible de la entidad responsable de la planeación, levantamiento, procesamiento, análisis y difusión de las estadísticas oficiales de Colombia dijo que, “lo que mas me preocupó cuando estuvimos hablando con las personas, inmediatamente sucedió el derrumbe, es que eso sucede constantemente, entonces creo que un departamento tan prominente y prospero como lo está siendo Casanare tiene que estar mejor conectado desde el punto de vista de infraestructura” 

Oviedo agregó que “Casanare podría estar en unas mejores condiciones si esa interconexión terrestre en la vía Sogamoso – Yopal fuera fluida y estuviera al menos con un mecanismo de atención o de respuesta mucho mas efectivo. El derrumbe fue a la 1:30 a.m. y eran las 7:30 y no había ninguna intervención particular para solucionar algo que pudo haber sido relativamente sencillo, pero generó una parálisis muy importante de transporte de pasajeros y de carga” 

Un contrato por 30 mil millones para garantizar la transitabilidad en la carretera, suscrito entre Invias y La Unión Temporal Multivial Sogamoso, no estaría reflejando mayor efectividad a la hora de desarrollar las actividades propias por parte del ejecutante, así lo dio a conocer Arcenio Sandoval Director Territorial para Casanare de la entidad quien dijo que “en vista que no llegan a tiempo atender las emergencias que están dentro de su responsabilidad contractual e solicitado a la interventoría les declaren incumplimiento y que les sean aplicadas las sanciones legales estipuladas en el contrato” 

De acuerdo a lo anterior, el panorama para los usuarios de la vía al Cusiana no parecer ser alentador, teniendo en cuenta que el país y la región, sufrirían los estragos que podría traer consigo el fenómeno La Niña, el cual intensificaría las lluvias hasta finales de año. Hoy el porcentaje de probabilidades de que el evento ocurra ronda el 90%.

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“Yo no quiero seguir en eso. No me siento un limosnero profesional. Vivo muy mal. Para mi es una tortura saber que tengo que hacer esto y vivir de la caridad”, afirma con impotencia y tristeza, José Chogó, “Don Chepe”, el hombre que todos los días se parquea en una motosilla en los reductores en frente de la escuela de la vereda La Niata, en la vía Yopal-Paz de Ariporo.

Allí a diario lo ven los usuarios de esta vía nacional pidiendo limosna entre las 9 de la mañana y las 5 de la tarde. Esta es la forma que don Chepe encontró para llevarle el sustento a su familia conformada por su compañera Jessica Henao Tabares y sus pequeños hijos Michel y Linda Esmeralda.

Según el Sistema Integral de Información de la Protección Social, SISPRO, a corte de junio de 2020, el 59.65% de las personas con discapacidad en Casanare no perciben ingresos. Don Chepe hace parte de ese alto porcentaje.   

Si bien la pandemia de la Covid-19 ha desnudado la inmensa pobreza en la que viven millones de colombianos, a las personas con discapacidad, aproximadamente 1.553.437, que representan un 3,05% de la población, los golpea aún más.

Es muy llamativo ver que una perforada y raída sábana es la barrera que coloca su familia a la entrada de su casa hecha con de tejas de zinc, para evitar el ingreso de personas que puedan estar infectadas con la Covid-19. Pero también sirve para que entre algo de viento que alivie el sofocante calor interno.

Según el boletín “Personas con discapacidad, retos diferenciales en el marco del Covid-19”, del Departamento Administrativo de Estadística Nacional, DANE, se destaca que esta población podría verse afectada de manera desproporcionada debido a las alteraciones de los servicios y redes de apoyo. Incluso pueden correr un riesgo mayor de acrecentar los problemas de salud existentes, relacionados con el sistema inmunitario, la función respiratoria, cardiopatías o diabetes.

Don Chepe dice que en este momento de pandemia de la Covid-19 y los migrantes venezolanos en la carretera, la situación económica se torna más complicada. Antes lo recaudado le alcanzaba para comer, pagar servicios y una que otra muda de 5 mil pesos para sus hijos, ahora simplemente logra lo de medio comer y si algún día deja de salir a La Niata, no habrá alimentos el siguiente día.

Don Chepe nació bien pero…

Don Chepe nació Pelaya, Cesar, hace 58 años, con sus dos piernas sanas, pero a sus 4 años no crecieron más por una poliomielitis y se convertiría en una persona con discapacidad.

El trasegar de sus padres lo llevó a vivir en Saravena, Arauca, cuando él apenas contaba con 7 años. Allí se hizo bachiller y aprendió a conducir carro pero cuando su hermano fue declarado objetivo militar, toda su familia se desplazó a Cúcuta y ante las dificultades económicas de esta ciudad terminó trasladándose a Yopal.

Desde ese momento don Chepe vive en el asentamiento humano La Esmeralda, un rincón de Yopal detrás de la Fuerza Aérea Colombiana donde se evidencia la pobreza extrema de sus habitantes.

Cuando don Chepe formó su propia familia y nació su primer hijo Michel en 2009, su vida la dio un giro de 180 grados. Ahora debía hacerse cargo pero a pesar de haber estudiado en el Sena, mecánica automotriz su discapacidad le impidió ejercer este trabajo. Tampoco pudo volver a manejar carro, luego de un accidente que tuvo.

El sueño que lo llevó a conseguir su “trabajo”

Cualquier día tuvo un sueño de poder desplazarse libremente en una moto adecuada a su discapacidad sin tener que pedirle ayuda a nadie. Con base en este y sus conocimientos de mecánica compró una motocicleta a la que adaptó una silla de ruedas y ya podía ir a cualquier parte.

Precisamente se fue para donde su hermano en Paz de Ariporo y de regreso, sin muchas opciones de trabajo, se parqueó sin saber por qué, en los reductores en plena vía marginal del llano, frente a la escuela de la vereda la Niata. Simplemente comenzó a pedir limosna a los conductores que transitaban y desde hace 7 años concurre diariamente desde Yopal a este sitio.

Según el Dane, el 24,59% de las Personas con Discapacidad están incapacitadas permanentemente para trabajar y el 29.5% de los hombres con alguna discapacidad trabajaron por lo menos una hora en una actividad que le generó algún ingreso.

Ese trabajo no es humano

Pese a sentirse libre en su moto adaptada a sus necesidades y limitantes físicos, jamás se ha acostumbrado a pedir limosna. Tiene otros anhelos, que de pronto un corazón bondadoso se los ayude a concretar.

Don Chepe dice que su problema es muy difícil, porque pese a no querer seguir viviendo de la caridad no tiene mayores opciones de que alguien lo contrate como conductor de taxi, que es lo que realmente quisiera ser. “Este sería un trabajo adecuado porque lo más difícil es estarme en esa tribulación diaria”.

El Estado me dio la espalda y debo vivir de la caridad

De los programas del Estado está cobijado con Familias en Acción, a través del cual recibe 35 mil pesos mensual por cada uno de sus hijos. Claramente esto es insuficiente para las múltiples necesidades, que en este tiempo de pandemia, parecen aumentarse. Por no tener los 60 años requeridos no puede hacer parte del programa de adulto mayor.

Por el abandono que se ha evidenciado por parte del Estado, don Chepe espera con esperanza la noticia de un trabajo. Dice que él mismo es capaz de adaptar un carro a sus capacidades y lo haría muy bien.

“Ojala que el gobierno me ayude. Yo no quiero seguir en eso. Vivo muy mal. Para mi es una tortura saber que tengo que hacer. Tengo 7 años de estar en esto y no he podido acostumbrarme a esto, es duro, es muy duro, vivir de la caridad.”

Mientras esto sucede, a don Chepe no le queda por ahora más remedio que seguir viviendo de la caridad de los usuarios de la vía.

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